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"La canción del pulque" de Everardo González - Comentario de Francisco Rivas Castro

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"La canción del pulque" de Everardo González
Comentario de Francisco Rivas Castro
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Comentario de Francisco Rivas Castro al documental "La canción del pulque"

 

Muchas gracias, les agradezco el haberme invitado a compartir este momento, sobre todo, porque se trata de un documental que realmente me parece especial: un documental que incursiona en lo que es realmente la historia de vida de los pulqueros.

Hablar de la pulquería en cualquier ciudad de la República Mexicana implica remitirnos desde la época prehispánica hasta la época actual. Y digo hasta la época actual porque a pesar de que el pulque ha sido una bebida que se ha ido extinguiendo paulatinamente, todavía sigue siendo muy importante en bastantes comunidades en el interior de la Republica. Todavía existen pueblos completos, como Singuilucan, Hidalgo, cuyo trabajo se sustenta del trabajo de maguey. Cuando hablo del trabajo del maguey, me estoy refiriendo a todos los aspectos, no nada más al pulque, motivo de esta noche y de este excelente trabajo que acabamos de presenciar.

Hace unos años fuimos para allá, por Singuilucan. Nos invitaron a una feria del pulque y fue muy interesante que en la carretera (autopista), en lugar de que nos ofrecieran dulces regionales o artesanías, nos salían con unas bolsitas con unas cosas rojas que tenían adentro. Yo le dije a mi cuate: -párate porque quiero ver qué están vendiendo- y él me contestó: –cómo crees, si vamos en la autopista-, pues párate, vamos a ver qué están vendiendo-. Nos paramos y lo que nos estaban ofreciendo eran gusanos de maguey, de los rojos, de los chinicuiles, que son una delicia, con este gusano se hacen las salsas de las pulcatas. Entrar al espacio de las pulquerías es entrar a un espacio completamente mágico, completamente ritual, entrar en otro lugar, ver a otros personajes.

Trabajar las historias de vida como lo hiciste, me parece verdaderamente interesante porque es un mundo que no queremos ver, es el mundo donde el albur es el lenguaje normal, donde las mentadas de madres son como las llamadas a misa. Y bueno, donde se explayan todos los personajes desde una manera verbal, hasta tocarse las asentaderas o cosas así.

Yo me recuerdo mucho que una vez me llevaron a una pulcata, ahí por San Martín de las Pirámides. Me le quedé viendo a un cajete hecho de calabazo (de esos de guaje). Ya estaba el cajete roto y parchado con hilo de plástico, cuando me dicen: –ten, órale pinche Pancho, chúpele a éste- pues órale, pero primero chúpeselo usted-, entonces era una cosa de albur. También me tocó tomar aquella jícara vieja, me la llenaron y se me empezó a salir por aquélla grieta, y pues écheselo porque sino se embarra todo. Igual, me recordó cuando tomé en un pedazo de penca; agarra uno la penca por los dos lados y la dobla, le ponen un litro o dos y se lo tiene que tomar uno al hilo porque si no, todo se embarra.

Me regalaron la jícara, llegué a casa ¡a mi casa!. Me le quedé viendo porque traía algo escrito, unos garabatos. Entonces, me puse en la casa a hacerlo ahí, con calma en la madruga, en la madrugada de insomnio y vi que tenía pintada una vagina, un garabato de vagina, ahí con sus pelitos y luego decía: “préstame tus nicas”, o sea, eso es parte de la experiencia de haber estado en una pulcata, una de tantas, porque lo que tú (Everardo) nos has traído hoy me parece verdaderamente especial; el haber entrado en contacto con los personajes, algunas veces como que se oía por ahí algunos gritillos que decían, -¡están filmando! o cosas así, pero también se explayaron. Es un mundo que sigue siendo prohibido por lo menos para las mujeres porque, si ustedes se dieron cuenta, en el departamento de mujeres, las señoras que se iban a tomar su pulquito ahí, pues se escondían: no querían que fueran filmadas o se dejaban ver tantito y luego se volvían a regresar.

Entonces, hablar de la pulquería, es hablar de un espacio perdido. Digo un espacio perdido porque en la actualidad, si nosotros hacemos un análisis sobre cuántas pulquerías sobreviven en la Cuidad de México, por hablar de una ciudad, son contadas. Yo recuerdo que en mi barrio, allá por el norte de la ciudad (por Vallejo) siempre había una famosa fonda que era una que le llamaban “las mañosas”, porque cuando nos íbamos al fut, ahí en los campos futboleros que, si te caes ya no te levantas. Ganábamos y nos íbamos a echar nuestros curados de jitomate, en bola (en equipo) y si perdíamos, también íbamos a echarnos nuestros curados de jitomate. Entonces, cualquier razón, cualquier motivo era suficiente para ir ala pulcata.

El pulque en el campo sigue siendo una bebida viva, por eso es que se le canta sus alabados; por eso es que cuando las personas trabajan el maguey se dirigen a él con mucho respeto porque sigue siendo un ser viviente; se le habla como si fuera una persona, una persona muy importante. En el documental vemos que este señor, que supongo que es un otomí por sus rasgos, se fue a la ciudad y la ciudad es una cosa diferente; aprendió oficios, aprendió otras cosas, pero él se terminó por regresar a su pueblo. Aquí hay una manejo muy interesante ante esa distinción que tú (Everardo) haces, dentro de lo que es la ciudad, los hombres del campo que llegan a la ciudad y la ciudad los atrapa y ya no los vuelve a dejar regresar a sus lugares. Los que llegan a la ciudad se sienten seducidos un momento pero no se convencen y regresan a sus pueblos. Entonces, esta distinción no solamente la marcas desde un punto de vista de los intereses, sino también le entras a los sentimientos de los personajes. Yo diría que están muy bien manejadas las historias de vida de cada personaje.

Aquí, el hilo conductor, el personaje importante es el “Canta recio” pero si nos dimos cuenta en todo el reparto, todos los que estuvieron en el reparto (si le podemos llamar así), tienen sus apodos. El haber utilizado las imágenes de los pulqueros, la gente que bebe pulque, aquellos ancianos que tienen ojos pícaros, aquellos ancianos que tienen ojos tan profundos, como los espejos de obsidiana de Tezcaltlipocatl. En el pulque te pueden ver hasta el corazón, cuando tú entras y puedes ver sus pensamientos. También está presente en las imágenes, en el apelar a estas imágenes, sacando todo el jugo de los personajes, haciendo todo un estudio de las historias de vida y llevarlas a la cámara, al documental, es uno de los trabajos más armados que yo conozco. Conocí algunos intentos de antropólogos sociales que en algún tiempo, en los años 70 u 80, escribieron algunos artículos en La Jornada sobre historias de vida de personajes de pulquerías. Ellos le llamaban antropología urbana, y en la antropología urbana se recreaban esos personajes de las pulquerías, esos personajes de “Las cascadas de la rosas”, una pulquería famosa que estaba enfrente de la arena Coliseo, donde bajaban realmente los luchadores, donde bajaban boxeadores que estaban en el ligue, donde había personajes, con nombres tan estrafalarios, tan interesantes como “El látigo costeño”.

Entonces, este espacio al que tú (Everardo) nos permites acceder no es un espacio fácil, ¿por qué?. Bueno, en primer lugar no a toda la gente le gusta el pulque; por su consistencia, por su color, porque le deja a uno la boca con olor a mierda, pero eso es un mito. Yo siempre lo he dicho, en una entrevista que me hizo una guapísima entrevistadora del canal 22, Rita Abreu, le decía yo –bueno y eso qué, y la muñeca y que la muñeca, insiste en lo de la muñeca, no sé si ustedes sepan qué es lo de la muñeca. La muñeca es pedazo de mierda que dicen que le echan al pulque para que agarre buen sabor. Hacen una muñeca de excremento (caca), se la dejan caer al pulque y dicen que eso le permite que no se fermente tan rápido, le da ciertas cualidades. Es una mentira, pero es una verdad, porque el pulque puro, si ustedes se dieron cuenta, cuando van a sacar antes los toneles para transpórtalos a la pulcata, se lava bien todo y los instrumentos con que se maneja el pulque para moverlo, para arreglarlo, si están sucios se corta el pulque. Pero hay otro pulque que se hace de manera falsa; se le avienta unos marrazos de aguardiente, se hace con almidón, se le echa cardón molido (que son pedazos de un cactácea que los pulqueros conocen) y que se lo echan para que agarre cuerpo. El que es buen conocedor del pulque sí sabe lo que es un pulque puro y distingue un pulque que hasta muñeca tiene.

Entonces, al ver el documental me acordé de una vieja cosa que escribí cuando estuve en el Archivo Histórico de la Ciudad de México. Había un ramo sobre pulquerías, (los ramos ahí son varios volúmenes de muchos documentos); específicamente, se llamaba pulquerías y fue uno de mis preferidos para hacer un proyecto y del análisis de esos documentos quiero leerles esto, brevemente para no aburrirles tanto. Para que vean la importancia que tenía el pulque en la época colonial, no sólo en la época actual, por eso es muy interesante que retomes este tema, aunque todo mundo cree que ya el pulque se extinguió y que las pulcatas ya no existen, no es cierto. En la Ciudad de México habrán bajado su consumo de manera impresionante por la competencia de miles de bebidas alcohólicas, pero el pulque sigue estando presente entre los macuarros, entre los albañiles; en algunas celebraciones de la Santa Cruz se consume el pulque y los curados.

Hace dos años me invitaron precisamente a un certamen de rayuela en el pueblo de Huexotla, cerca de Texcoco y lo que me dejó perplejo fue una pulquería familiar. ¡Coño!, atendían las mujeres, los niños chiquitos se metían y había sección de hombres y mujeres, pero las mujeres podían ir a ver a sus hombres y los niños buscaban a sus papás. Por un lado, estaba el certamen con reglas y todo. Yo llegué con una sed impresionante y lo primero que hice fue ir a pedir dos litros de curado de mamey, era excelente. Para referirme un poquito a las plazas y plazuelas de la Ciudad de México, escribí una cosa como esta:

La plaza y las plazuelas eran centros de comunicación y reunión, donde se expresaban las multitudes de cada época, abiertamente y sin distinciones, pues en ellas se reunía la gente de los barrios y las más centrales (la gente de más alto nivel). Ahí se escenificaban las más famosas veladas musicales, los pregones para el conocimiento de lo común, las sentencias de los acusados, las quemas de la santa Inquisición, las fiestas parroquiales, las de los santos patronos de los barrios y de las cofradías. Es por eso que las pulquerías no pudieron encontrar un lugar mejor para su ubicación, dado la gran confluencia de gente que consumía la bebida en forma permitida y frecuentemente, llegando al consumo en exceso y llamando la atención de las autoridades municipales.

Las pulquerías eran para el común, lugares casi sacros, donde se perdía la noción de tiempo, donde se iban a olvidar los problemas y el cansancio cotidiano al calor de la jícara... En fin, era un lugar de esparcimiento donde se mitigaba la sed del caminante o del comerciante ambulante, ya se tratase de español, criollo e indígena. Ejemplo de esto lo vemos representado en varios detalles del legado de Marian, ubicado en lo que hoy conocemos como el Zócalo capitalino. Éstas fueron pinturas, elementos costumbristas en biombos del siglo XVII y XVIII. En esas pinturas se representó a la pulquería a los tres vientos, donde compartían la jícara españoles y criollos.

Quisiera mencionarles que el pulque, independientemente de ser una bebida hoy bastante degradada, que se identifica con las clases sociales más bajas, entra todavía a las casas importantes de gente de mucho dinero. Es parte de lo que sería... bueno, no me gusta mucho la palabra “folkclor”, pero cuando uno va a Garibaldi, por ejemplo, hay una pulcata que es una caricatura si la comparamos con la pulquería “La pirata”, que hoy sí es de a devis porque los personajes son... aunque actúan en cierto momento, sí son personajes de verdad. ¿Qué es lo que esta pasando en este espacio? ¿Cómo es la música? Tú (Evarardo) inicias tu trabajo con una canción y el título me parece muy pertinente. Cuando tú dices que es “La canción del pulque”, pero también es una canción, también es un blues, es una cosa triste del mexicano. En esa despedida que haces de la película, se ven todas esas metáforas que utilizas, todas las pencas magras, las pencas secas, los magueyes mutilados, son metáforas que están diciendo que esto se está acabando y lo que anuncias a través de la imagen, se van confirmando con los puntos de vista de los personajes de los que trabajan el maguey. Lo que dicen es muy interesante desde el punto de vista de convergencia, de las conclusiones a las que llegan los pulqueros sobre lo que pasaría si se acabara el pulque... ¡Pues nos llevaría la chingada! ¿No? ¡a todos! ¿por qué?, porque se acabarían los espacios, se acabaría el esparcimiento, se acabarían cosas tan interesantes como la rayuela. Eso fue una cosa que me llamó mucho la atención del documental. No hay aquí el juego de la rayuela, mi bisabuelo jugaba rentoy, yo me acuerdo que cuando lo jugaba movía el bigote, las cejas y se jugaba con albures, se tapaban las cartas con albures, es una cosa que hubiera merecido un trabajo.

El imaginario de la pulquería, muchas veces no es aceptado por quien no conoce, cómo puede opinar uno sino conoce. Tú (Evarardo) nos estas permitiendo entrar a través de tu trabajo, a través de ese diálogo que entablas con los protagonistas. Tendrán esos espacios que muchos no se atreven a cruzar o a traspasar por el miedo de quedar ahí impactados, o no se atreven porque no es de su agrado la bebida, ni el olor, ni las personas, ni de lo que sucede ahí dentro. Es cómico muchas veces, es muy triste cuando se narra, ¿cuáles son las experiencias del desamor? ¿qué es lo que piensan estos personajes de las mujeres?, ¿qué es lo que piensan las mujeres de los hombres que están ahí dentro?, ¿les hicieron daño?, ¿por eso están ahí?. Son elementos de codificación, pero también se recrea el imaginario con el albur, eso es una práctica muy creativa; el coqueteo, el bailar hombres con hombres, es ahí donde van saliendo sentimientos muy ocultos, van aflorando los espacios después de tomar alcohol y bueno, a mi también me ha tocado vivirlo allá en Huexotla. Ya después de seis litros de curado de mamey había una bolita ahí, que desde que llegué me echó el ojo y que pensaba que yo estaba medio pedo, pues me quiso sacar a bailar un danzón dije –no chaparrito, pues no estás tan bueno como para sacarme a bailar un danzón- pues con tanto alcohol…

El pulque es un mundo que desde la época prehispánica, fue una cosa de dioses, una cosa de ancianos que ya habían tenido ya mucha experiencia en la vida. Aquél al que se le encontraba ebrio; primero se le cortaba el cabello, se le quitaban sus tierras y a la gente importante, a la tercera le daban garrote, lo mataban o se lo echaban al plato, entonces era una cosa muy contrastada.

Finalmente, y a pesar de que se está extinguiendo en ciudades modernas el consumo de los productos del maguey, sigue siendo muy importante en el contexto de los pueblos de tradición indígena, pues sigue siendo un elemento de identidad que, aunque sigue funcionando en ellos, cumpliendo funciones como satisfactores de necesidades simbólicas y como elementos valiosos para su vida cotidiana. El modo de vida campesino aún sobrevive a los embates modernizadores, inclusive aún elementos de trabajo tradicional y consumo de los productos de esta planta a la que otros autores en tiempos pasados denominaron como “árbol de las maravillas”, del cual se obtiene casa vestido y sustento, pero lo interesante de tu trabajo es precisamente eso, que partes del pensamiento mítico, de las explicaciones que se dan las personas que conocen a fondo sus tradiciones. Como Desiderio Xochitiotzin, que es uno de los investigadores más renombrados y pintor excelente de Tlaxcala, quién muestra a través de sus tradiciones, el descubrimiento del trabajo del maguey: explica cómo se descubrió el pulque, casi todas la sociedades mesoamericanas que ya están dentro de las fuentes históricas, se abrogan el descubrimiento del pulque, en Tula, con la historia de Xochitl, que no se las voy a contar, entre los mexicas en la tira de la Peregrinación se pintó cómo llevan el maguey de Chalco para trabajarlo en las isla y bueno, así podremos escudriñar más allá.

En Teotihuacan, por ejemplo, aunque no hay fuentes escritas, porque es muy temprano, encontramos instrumentos de obsidiana para el trabajo del maguey. También existen representaciones en pintura mural donde le están dando las sacerdotisas a libar a la tierra el pulque; en un fragmento cerámico encontramos el dios del pulque lleno de pencas y de sus manos brotaban gotas de aguamiel y pulque como si se tratara de un liquido vital, como lo es el pulque cuando está maduro.

Ese integrar cómo se explica la gente común todo este gran fenómeno espectacular que es el pulque, también es explicar lo que pasa en las ciudades, ¿qué es lo que pasa en el espacio de las pulquerías? ¿Cómo surgen los personajes? ¿Cómo se explayan en ese espacio? ¿Cómo construyen en su imaginario? ¿Cómo traen a la memoria sus historias? ¿Cómo sacan a flor sus sentimientos que traen en el fondo, para transformar a la pulquería en un espacio lúdico, en un espacio ritual, en un espacio sagrado, donde se recicla y se resignifica (como dirían los semiotistas) una tradición que por fortuna sigue viva?

Muchas gracias.



 

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