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"Relatos desde el encierro" de Guadalupe Miranda - Comentario de Florence Rosemberg

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"Relatos desde el encierro" de Guadalupe Miranda
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Comentario de Florence Rosemberg al documental "Relatos desde el encierro"

"La cuestión es –dijo Alicia– si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes." "La cuestión es saber –dijo Humpty Dumpty– quién manda… y punto."
Lewis Carroll, Alicia a través del espejo
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Así pues, hay que creer que, debido a algún maleficio inherente a la historia, no son posibles todos los hombres juntamente; algunos están de sobra para los demás. Porque no hay que engañarse; el objetivo de la violencia, el término que persigue implícita o explícitamente, directa o indirectamente, es la muerte del otro, al menos su muerte o algo peor que su muerte.
Paul Ricoeur, Historia y verdad

Primero quiero agradecer a los organizadores de este encuentro, en especial a Toño Zirión por la invitación para comentar el magnífico documental Relatos desde el encierro que acabamos de mirar.

Son aproximadamente 30 minutos de una total atención, no puede uno distraerse porque la historia envuelve, atrapa. Este cortometraje le encoge el corazón a quien la mira, porque nos obliga de nuevo a ver lo que siempre hemos sabido. Están ahí, adentro, realidades que se vinculan con la historia social: la prisión, la violencia y el sufrimiento humano.

En nuestra sociedad, la violencia se ha convertido en tan cotidiana, tan presente y tan repetida como son aquellos niños, ancianos y discapacitados que vemos cotidianamente en la calle pidiendo limosna bajo la lluvia, o cuando observamos las guerras en la televisión en vivo y en directo desde nuestras salas, en otras palabras: vivimos anestesiados, porque la violencia se ha convertido también en un producto de consumo, en una mercancía…Las prisiones también son violencia organizada, violencia encerrada, violencia velada…

En el imaginario social sabemos que hay mucha gente que vive en las prisiones en nuestro país. Algunos datos: en el año de 2003, en México habían en total 191,890 presos, de los cuáles 182,500 (95.5%) eran hombres y el resto 9,300 (4.5%) eran mujeres; en total, había 451 cárceles en el país. (Berman, Marcelo, Cárceles en México: un estado de situación, CIDE, 2004, www.uoregon.edu/~caguirre/bergman_mexico.pdf). En el mismo trabajo, Marcelo Berman muestra un incremento del 100% en la población penitenciaria entre 1992 y 2003, y en el DF se triplicó entre 1994 al 2003, pues pasó de 7,800 a 23,000 presos.

¿Qué está sucediendo? ¿Por qué se duplica y triplica este tipo de población? ¿Acaso es que cada día tendremos que desaparecer a más sujetos? La respuesta inmediata que resalta en estas mujeres es la pobreza, la violencia y la desolación. Como se vio anteriormente, la población reclusa femenina es mucho menor que los hombres. La mujer encarcelada está sujeta a un doble orden: el orden patriarcal y el orden carcelario.

Muchas de ellas muestran un enojo con sus hombres que las abandonaron en momentos difíciles y cuando Guadalupe Miranda le pregunta a una joven que qué piensa acerca de la libertad, una de ellas responde que no existe, que ella ha estado toda su vida aprisionada.

En cuanto al orden carcelario, el documental muestra testimonios desgarradores a tal grado que uno se pregunta si el castigo (impuesto por los hombres) al que están sujetas no es excesivo. Porque además, el filme muestra claramente que para sobrevivir necesitan trabajar, y se ve claramente que hay una sobreexplotación a estas mujeres que como dice una entrevistada, trabajan siete días a la semana sin descanso. En México es un delito ser mujer como diría Elena Azaola, pero lo es aún más en las cárceles en donde sufren una doble discriminación porque cometieron un ilícito y porque son mujeres.

Las imágenes son una forma de almacenamiento cultural que nos permiten acceder a otra forma de conocimiento y que cuando éste muestra imágenes impactantes con el documental de Guadalupe Miranda, quedan en nuestra memoria como huellas imborrables, porque las narrativas estructuran diferentes tiempos y el tiempo del encierro es un tiempo desértico donde los acontecimientos se convierten en túneles sin salida, en miradas encontradas donde todo se vuelve uniforme y común.

Viendo el filme me recordé de la magnífica obra de M. Foucault, Vigilar y Castigar donde plantea el cambio fundamental de la mirada hacia el cuerpo: el siglo XIX hizo desaparecer la práctica del castigo como espectáculo, es decir, el suplicio, por otro más “ejemplar”. Es decir, que fuera observado por todos para que aquello que vieron como los castigos al cuerpo y las muertes en los centros de los pueblos y ciudades, los atemorice suficiente para que el delito no sea repetido. Lo que ahora se busca no es castigar el cuerpo sino corregir, reformar, curar al delincuente, al criminal. Asimismo, se busca ahora la corrección, la cura y no el dolor de la carne.

Otra imagen que aparece en el film es la del muro que rompe con el mundo del exterior. Se aprecian los cuervos volando y también se observa el panóptico. Es decir, las torretas donde se vigilan los cuerpos de las reclusas, cuerpos que son sujetados por esa sociedad disciplinaria y de dominación que está allá afuera cuyos tentáculos han institucionalizado cárceles, que a su vez son fábricas de delincuentes y éstos son útiles para el campo económico y para el campo político.

Otra situación que permea en los testimonios de estas mujeres es la maternidad. Muchas plantean la necesidad de ver más seguido a sus hijos, y otra vez surge el poder de los hombres: los hombres de la ley y los esposos o parejas que les arrancan a sus hijos. En muchos casos, ni siquiera les permiten verlos pues entre el enojo, la vergüenza y la dificultad para enfrentar la situación, castigan aún más a esas madres… En otros casos, como el de la señora, en la que sus hijos y su pareja van a visitarla y le expresan todo su cariño, apreciamos cuán dolorosas son las despedidas. Pero esta mujer allá en las noches oscuras sabe que no está sola… Para otra de las mujeres su máxima ilusión es tener un hijo.

Relatos desde el encierro es un documental desgarrador en el que se percibe el sufrimiento, la depresión y el horror a la soledad, pero a su vez se filtra una luz de solidaridad entre algunas mujeres que en su desesperación han tenido que comprender que la ayuda mutua es mejor que la desconfianza y la violencia.

Es evidente que las condiciones del penal son terribles. La mujer que no tiene para sus medicinas porque se cortó la mano en el trabajo prueba la incapacidad del Estado para mantener en buenas condiciones los penales en México. Esto muestra una vez más la violencia del poder para con esta minoría; ni siquiera se les considera ciudadanas, pues la ley les quita sus derechos como son el poder votar, heredar, etc. Esto muestra otra vez que los dominados no son dominados por igual, que las mujeres del documental tan bien pensado, tan bien hecho, son mujeres más castigadas que las que estamos afuera.

Quiero finalizar con una cita de M. Augé en relación con la otredad: “Si se admite que el objeto de la antropología es en primer lugar y esencialmente la idea que los demás se hacen de la relación de los unos con los otros: la primera alteridad (la de aquellos que estudia el antropólogo), comienza con el antropólogo mismo; esa alteridad no es necesariamente étnica o nacional, sino que puede ser social, profesional, residencial. Pero hay que agregar que, si bien la mirada del antropólogo puede hoy desplazarse, lo hace por efecto de una necesidad exterior: ciertamente, siempre hay sociedades alejadas (desde el punto de vista europeo) y siempre hay “minorías” cuyos modos de vida y de pensamiento pueden reanimar más particularmente el interés, o a veces la agresividad, de aquellos que componen la “mayoría”; pero el exotismo está definitivamente muerto o moribundo. En los siglos XVIII y XIX, en la conciencia occidental, el exotismo se debía a un doble sentimiento: el sentimiento de lo extraño, de lo lejano y, paralelamente, al sentimiento de cierta familiaridad… Hoy el planeta se ha encogido, se ha estrechado, la información y las imágenes circulan rápidamente, y por eso mismo, la dimensión mítica de los demás se borra. Los otros ya no son diferentes o, más exactamente, la alteridad continúa existiendo, sólo que los prestigios del exotismo se han desvanecido…La relación con el otro se establece en la proximidad, real o imaginaria. Y el otro, sin los prestigios del exotismo, es sencillamente el extranjero, a menudo temido, menos porque es diferente que porque está demasiado cerca de uno” (24, 25).

Las mujeres encerradas en Puente Grande son la clara muestra del estado en el que se encuentra nuestra sociedad, estas mujeres marginadas hablan por otras muchas, son las voces de nuestra conciencia, están en ese allá, pero ese allá no está tan lejos como el poder nos quiere hacer pensar. El documental de Guadalupe Miranda es una invitación-provocación a la reflexión tanto de hombres como de mujeres acerca de las pasiones, la sexualidad, la violencia y la pobreza. Le deseo más éxitos de los que ya ha acumulado y también deseo que estos testimonios puedan ser admirados por un mayor número de personas. Muchas felicidades y gracias.

 



 

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