END TRILOGY de Carlos Casas

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END_TRILOGY_jpgLas Jornadas de Antropología Visual recomiendan END TRILOGY del cineasta y artista visual catalán Carlos Casas. Los documentales que forman esta trilogía: Solitude at the End of the World (2002), Aral, Fishing in an Invisible Sea (2004) y Hunters since the Beginning of Time (2008) son claras muestras del tipo de cine etnográfico creativo y con una visión de autor que nos interesa promover y difundir. La trilogía completa fue presentada en el Centro Cultural España el viernes 25 de marzo de 2011. Al terminar las proyecciones hubo una mesa redonda en la que participaron el director de la trilogia, Carlos Casas, Maximiliano Cruz y Antonio Zirión.

 


Cine etnográfico de autor: nuevas perspectivas hispanoamericanas

Dr. Antonio Zirión

La trilogía de Carlos Casas puede entenderse como un homenaje o una continuación de ciertas películas clásicas del cine etnográfico: desde Nanook el esquimal de Robert Flaherty (1922), Grass de Merian Cooper y Ernest Shoedsack (1925), hasta The Hunters de John Marshall (1957), Dead Birds de Robert Gardner (1964) o La caza de león con arco de Jean Rouch (1965). Todos estos documentales -con diferentes miradas, estilos y enfoques- comparten la temática de la lucha del hombre por sobrevivir en un medio ambiente hostil, coinciden en su interés por las estrategias de adaptación a entornos inhóspitos y en su preocupación por el habitar en condiciones extremas. Estas películas pertenecen a un género que podríamos llamar “épica antropológica”; se trata relatos de expediciones a los rincones más recónditos del planeta para encontrarse y convivir con los grupos humanos más aislados, primitivos, exóticos. Con una mezcla de miedo y fascinación, se basan en una visión romántica del hombre en estado de naturaleza, reproducen el mito del buen salvaje, aislado geográficamente y congelado en el tiempo, no corrompido por la civilización. Todas estas cintas contribuyeron en buena medida a la construcción cinematográfica de la otredad y la diferencia cultural, a lo largo del siglo pasado. End Trilogy se parece mucho a estas obras maestras del cine etnográfico. No obstante, el mundo ha cambiado drásticamente, tanto como los lenguajes y las formas de representación audiovisual. El cine de Casas retoma una vieja tradición que enlaza a la antropología con el cine, pero la adapta a los mundos contemporáneos e incorpora elementos de las nuevas artes visuales del siglo XXI. En esta plática quisiera esbozar varias razones por las cuales considero que esta trilogía tiene un gran valor antropológico, sin que esto demerite su calidad estética ni su mirada de autor.

En primer lugar, la cuestión del habitar atraviesa de manera inequívoca las tres películas. Podemos entender la noción de habitar en sentido amplio como la relación sujeto-espacio, como la relación que se establece entre las personas y su entorno. Vemos gente arraigada a su tierra a pesar de la adversidades que ésta le impone, conocemos culturas, pueblos y personajes con un apego especial a los lugares que habitan. Encontramos formas extraordinarias de habitar, casi en completa soledad, en temperaturas extremas o en situaciones de precariedad que implican un desafío para la vida humana. El habitar es uno de los temas antropológicos por excelencia, puede ser entendido como el grado cero de la cultura, es una actividad básica, primordial y universal, que nos define como seres humanos, pero que al mismo tiempo se presenta en una increíble diversidad de formas y modalidades. La trilogía de Carlos Casas retrata tres diferentes culturas del habitar, de Patagonia a Uzbekistán, pasando por Siberia (por el estrecho de Bering); cada una resulta particularmente significativa y en conjunto representan una excelente contribución a la antropología y a la poética del habitar.

En lo personal, me gusta especialmente el trabajo de Carlos Casas porque como a él también me apasiona el tema de habitar, y lo he abordado desde la antropología en diferentes investigaciones, por ejemplo con niños de la calle (que habitan en los resquicios del espacio urbano en completa marginación), entre los albañiles (que migran temporalmente del campo a la ciudad y habitan el espacio de la obra mientras trabajan en ella), así como en pueblos indígenas desplazados y reubicados (por el nacimiento y erupción del volcán Paricutín, en Michoacán).

Otra cuestión muy antropológica que sale a relucir en las películas de Casas es el trabajo y la cultura laboral, temas como los oficios tradicionales, la división social del trabajo, las prácticas cotidianas, la coordinación de los cuerpos, las herramientas y las técnicas. En este sentido, la cacería y la pesca tienen un lugar preponderante en las películas que integran la trilogía. Atestiguamos la acción de los cazadores de ballenas, focas, pescadores que siguen usando los métodos e instrumentos ancestrales, como el arpón. En relación con esto, hay un claro énfasis en la cadena alimenticia en la que se inserta el ser humano en estos ambientes apartados. Además, la trilogía proyecta una visión multifacética sobre la ecología y principalmente sobre los desastres ambientales causados por el hombre, que es víctima y victimario de sí mismo. El trabajo de este autor podría considerarse como un estudio cinematográfico en el área de las ciencias (y las artes) ambientales.

Otro aspecto de relevancia antropológica es su tratamiento del la vejez y la infancia. La memoria de los ancianos se entreteje con las perspectivas del futuro de los niños. Retrata los contrastes, rupturas y continuidades entre generaciones. Pone particular atención en la transmisión del conocimiento, la sabiduría, las creencias, la cosmovisión y la tradición de los viejos a los niños, pero también da cuenta de las grandes brechas que hoy día separan a los abuelos, de los padres y los hijos. Parafraseando el testimonio de un personaje de Aran: “la vida es como una caravana a la que se van sumando los jóvenes mientras los viejos se van quedando en el camino”.

Sin embargo, en mi opinión, lo que más le imprime un carácter antropológico al cine de Casas es su forma de aproximarse a los otros, el hecho de que sus películas se construyen sobre la base de una convivencia cercana con sus personajes. son el resultado de un encuentro o un diálogo intercultural, respetuoso y con un genuino interés de conocimiento y entendimiento mutuo.

Pasando ahora a cuestiones técnicas, de orden formal, cabe destacar que estas películas tienen una fotografía extraordinaria, muy sensible a los cambios de luz, a los claroscuros, a los rayos de sol que se filtran por las nubes. Otro mérito es su mirada multifocal, con una fuerte inclinación por el paisajismo, la inmensidad del espacio y la infinidad del tiempo, pero sin perder de vista los detalles del cuerpo, los pequeños objetos, las texturas. Asimismo, Casas transita de las profundidades de la vida interior de los personajes, a la pequeñez del hombre en relación con el paisaje.

Lo auditivo tiene un peso muy importante en el cine de Casas: el diseño sonoro es excelente, desde la grabación de atmósferas y ambientes sonoros, el uso muy sutil de la música, e incluso cabe destacar el manejo del silencio. De pronto escuchamos voces que aportan testimonios contundentes, impactantes, que sacuden al espectador intempestivamente. Pero jamás vemos cabezas parlantes, entrevistas formales ni testimonios a cuadro. Las voces que escuchamos provienen de conversaciones naturales, bien dirigidas y muy bien grabadas, que después son reproducidas a-sincrónicamente sobre la imagen del personaje actuando espontáneamente, como lo hacía el cineasta argentino, recientemente fallecido, Jorge Prelorán, como parte de su método etnobiográfico. El resultado es un testimonio muy íntimo, en confianza, como si nos lo susurraran al oído, o como si escucháramos el pensamiento de los personajes.

Las películas de Carlos Casas tienen un estilo muy cercano a una nueva corriente derivada de la antropología visual, que se ha denominado antropología de los sentidos o antropología multisensorial, que intenta trascender lo visual y consdierar la información proveniente del resto de los sentidos como parte de la exploración de los diversos mundos sociales y culturales. Más allá de lo estrictamente audiovisual, de alguna manera el cine de Casas consigue transmitir temperaturas, olores, sabores así como sensaciones más complejas e incluso texturas emocionales: como frío, soledad, nostalgia, el constante paso del tiempo, la larga duración, todo lo cual produce en el espectador la invaluable sensación de estar ahí.

 


En los siguientes links es posible ver las películas de Casas:

 

Solitude at the End of the World

Aral, Fishing in an Invisible Sea

Hunters since the Beginning of Time